
68 Juventud y Ciencia Solidaria.
Explicación del tema
La crisis mundial generada por el covid-19 se ha exten-
dido rápidamente hacia el sistema educativo de nuestro
país, ampliando consigo la brecha de desigualdad social
en el proceso de aprendizaje de los más vulnerables,
debido a la suspensión de las actividades educativas
presenciales. Sin embargo, la pandemia no solo ha afec-
tado a los sectores de la salud y educación; en Ecuador
durante los últimos tres meses más de doscientas mil
personas han sido desligadas de sus empleos, familias
enteras se han visto gravemente afectadas obligándose
a sí mismas a tener que decidir entre la educación de
sus hijos o en llevar algo de comida a sus mesas [1].
Según un análisis realizado en América Latina, den-
tro de los países más afectados se encuentra Ecuador
con un retroceso del 6 %, además de las pérdidas gene-
radas en el sector productivo del país calculadas en
5807 millones de dólares desde que inició la cuarentena,
lo que significaría a largo plazo el aumento progresivo
de las tasas de desempleo generando más pobreza y
en algunos casos un descenso de nivel socioeconómico.
Teniendo en cuenta estas situaciones será muy difícil
que menores de edad puedan acceder a una educación
de calidad mediante el uso del modelo de enseñanza
virtual [2].
En la Figura 1 se observa un gráfico que muestra
el descenso del nivel económico en la región.
Figura 1. Economía en Latinoamérica y Caribe
Fuente: Banco Mundial (2020). https://bit.ly/2XGP3rE.
Puede que la crisis económica sea la consecuen-
cia que más ha sido tomada en cuenta dejando de
lado otras cuestiones de igual importancia como la
educación. Muchos países han empezado a utilizar
plataformas virtuales como medios para que el ámbito
educativo de la sociedad se mantenga de alguna forma
a flote. Sin embargo, enfrentamos serios problemas.
En el particular caso de nuestro país, los datos de la
Encuesta Multipropósito 2018 del INEC, un 62,60 %
de la población nacional de edad estudiantil temprana
(entre 5 y 17 años) no tiene Internet en casa.
Esto equivale a 2 724 643 de niños, niñas y adoles-
centes que no han quedado imposibilitados frente a la
nueva realidad de su educación durante la emergencia
sanitaria [3].
Más a la actualidad, y según datos brindados por
Andrés Michelena, ministro de Telecomunicaciones, se
estima que aún hay un millón de estudiantes que no
tienen acceso a la educación virtual, además de mani-
festar que en 21 de las 24 provincias del país se han
registrado alertas por denuncias relacionadas al ámbito
educativo sobre inaccesibilidad a medios tecnológicos.
“De la información brindada por la Defensoría del
Pueblo, de las 12 863 unidades educativas fiscales
y fiscomisionales del país, solo 4747 tienen acceso a
Internet. Esto deja ver una marcada divergencia si
analizamos que, los centros educativos de Tungurahua,
Santa Elena, Galápagos y Pichincha, tiene un acceso
a Internet sobre 70 %; mientras que en Pastaza, Mo-
rona Santiago, Orellana y Zamora Chinchipe está por
debajo del 20 %” [4].
Sobre la base de los datos mostrados se deduce un
panorama totalmente catastrófico en cuanto al proceso
de aprendizaje de los cientos de hogares que no poseen
la capacidad adquisitiva para brindar un buen entorno
educativo al estudiante, generando problemas como:
lagunas en el aprendizaje e interrupción del proceso
educativo; que a largo plazo tendrían que sujetarse a
procesos de nivelación poder continuar con sus estudios
universitarios o en la mayoría de los casos al momento
de insertarse en el ámbito laboral.
Otro de los colectivos gravemente afectados es el
de los menores con necesidades educativas especiales,
teniendo en cuenta que la mayoría asiste a la escuela
pública; la atención personalizada que reciben estos
estudiantes se vuelve muy limitada conectada a la
situación de que los padres no pueden guiarlos en los
componentes educativos que necesitan generando que