REVISTA
JUVENTUD Y CIENCIA SOLIDARIA:
En el camino de la investigación
Una estudiante y la pandemia
Daysi Carolina Orellana Fajardo
Daysi Carolina Orellana Fajardo
,
nací en Azogues, tengo 17 años y soy
estudiante de bachillerato. Me gustan
mucho los animales y lo relacionado a la
naturaleza. En mis tiempos libres escucho
música pop, veo películas de ciencia ficción
y disfruto junto a mis seres queridos.
Resumen
En las siguientes páginas redacto una experiencia bas-
tante personal al haber tenido que enfrentar una pan-
demia siendo estudiante y vivir en carne propia las
necesidades que aquejan a miles de familias ecuatori-
anas: el no disponer de recursos económicos para cubrir
las necesidades básicas como vestimenta, alimentación
o educación que una persona requiere.
Es una situación realmente triste y difícil de imaginar,
pero qué ocurre en todo el mundo y es más común de
lo que parece. La investigación realizada tiene como
objetivo analizar las tasas de desempleo y pobreza en
el país durante la pandemia por la COVID-19, además
de generar conciencia en los lectores sobre la misma
para aprender a valorar la vida.
El análisis se llevó a cabo de manera responsable y
con énfasis en el caso, reflejando resultados alarmantes
que exponen a una sociedad devastada por la pan-
demia y falta de trabajo lo que desemboca en actos
delictivos ejecutados por dicha población, de esta ma-
nera, la inseguridad y peligro en las calles también se
incrementa.
Por ello se espera que las autoridades desarrollen
mejores estrategias, para combatir la situación y su-
perar poco a poco las épocas difíciles que atraviesa el
país y el mundo.
Palabras clave:
pandemia, cuarentena desempleo,
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pobreza, población, COVID-19
Explicación del tema
La investigación ha sido desarrollada con valiosa in-
formación recopilada en Internet, para realizarla me
inspiré en el hecho y la realidad en que vivimos actual-
mente en «tiempos de COVID» por lo que sentí un
compromiso en ampliar la información.
Recuerdo aquel viernes 13 de marzo, el momento
en que nos encontrábamos charlando en el aula sobre
lo felices que seríamos si suspendieran las clases en
nuestra institución. Deseo que se nos hizo realidad esa
misma tarde cuando la mayoría de nosotros no podía
ocultar la felicidad experimentada en el instante que
cruzamos el portón, quien diría que esa sería la última
vez que entramos en aquel lugar.
Las noticias de una cuarentena obligatoria corrían
por todo el país despertando el pánico en la población
y, sobre todo, en las familias más vulnerables, es decir,
las de bajos recursos que más tarde se vieron seria-
mente afectadas por una alta tasa de desempleo. La
pobreza en Ecuador creció durante 2020 más de 7 pun-
tos porcentuales, pasando del 25 % a finales 2019 al
32,4 % el último diciembre, según el último informe
del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC)
[1].
Lo que estábamos viviendo parecía sacado de una
película de terror, el tener que escondernos de algo que
ni siquiera podíamos ver, pero que podía acabar con
nuestras vidas en cualquier minuto resultaba simple-
mente espantoso. Para comprenderlo mejor, se sabe
que:
La COVID-19 es una enfermedad causada por
el virus SARS-CoV-2, que se propaga principal-
mente cuando una persona infectada está en
contacto cercano con otra persona.
El virus se puede propagar a través de pequeñas
partículas líquidas expulsadas por una persona
infectada a través de la boca o la nariz al toser, es-
tornudar, hablar, cantar o resoplar. Esas partícu-
las líquidas tienen diferentes tamaños, desde las
más grandes ‘gotículas respiratorias’ hasta las
más pequeñas, llamadas ‘aerosoles’.
Otras personas pueden contraer la COVID-19
cuando el virus entra por la boca, la nariz o los
ojos, algo que puede ocurrir con mayor probabili-
dad si las personas están en contacto directo o
cercano (menos de un metro de distancia) con
una persona infectada. [2]
Figura 1.
Casos confirmados y muertes por COVID-19
del 1/03/20 al 18/11/20
Fuente: shorturl.at/adryJ
En mi caso, con pocos dólares en el bolsillo de papá
que había presentado su renuncia tiempo atrás a una
empresa que no lo trataba precisamente bien, logramos
mantenernos con lo indispensable para cuatro personas.
Pero obviamente no duró mucho, así que mamá reali-
zaba cada vez más publicaciones en redes sociales in-
tentando que alguien se interese en los artículos que
ofrecía.
Papá se veía obligado a salir de vez en cuando, para
realizar carreras cortas en el automóvil a familiares
cercanos. Afortunadamente esto reflejaba pequeños
resultados y nos era posible alimentarnos y costear los
servicios básicos, aunque en realidad la mayor parte
se la llevaban las cuentas pendientes en los bancos.
Por mi parte me esforzaba mucho para comprender
los temas de estudio y entregar a tiempo las tareas.
De la misma manera cientos de familias con niños se
vieron afectadas por la falta de recursos.
El desempleo o empleo inadecuado en la pan-
demia ha golpeado al 77,5 % de hogares con
niños; 17,4 % ahora vive en condiciones de haci-
namiento; 21,3 % ha sido afectada por la ina-
sistencia de niños a la escuela; 10 % quedó sin
acceso a la universidad por razones económicas.
[3]
Luego de varias semanas con este estilo de vida,
comprendimos que la pandemia había llegado para
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quedarse por un buen tiempo. Poco a poco las nuevas
y estrictas medidas de bioseguridad se hacían más sen-
cillas de practicar. Para cuando me percaté ya estaba
por finalizar al año lectivo y muchas emociones me
dominaban, sentía felicidad al culminar ese año con
éxito, pero a la vez decepcionada por no poder hacerlo
estando en compañía de mis compañeros y maestros,
a pesar de la situación todo resultó muy bien y este
año culminó.
Cuando finalizaron las vacaciones y estábamos por
iniciar el nuevo período académico. La emoción traía
consigo una chispa de esperanza que temía apagarse,
una vez más la metodología virtual se encontraba vi-
gente y solo podíamos adaptarnos a ello.
Para esta ocasión las clases y estrategias mantenían
una mayor organización, por ejemplo, la enseñanza en
línea sería exacta y con mayor tiempo de duración lo
que para algunos resultaba molesto. A me agradaba
mucho la idea, puesto que ahora teníamos un horario
bien definido.
Cabe mencionar que, a lo largo de la situación las
actividades ilícitas se acrecentaron debido a la falta de
trabajo y a que muchas personas lo consideraron una
opción en la búsqueda del «pan de cada día».
Por otra parte, la situación con el virus no se de-
tuvo debido a que las cifras de nuevos casos solo se iban
incrementando, pero la población al parecer acepta-
ba el hecho, resignándose a ello. Personalmente solo
salía cuando era necesario hacerlo, aunque me sentía
deprimida por no poder reencontrarme con personas a
las que antes frecuentaba muy seguido.
Actualmente, mis compañeros de clase y yo nos en-
contramos muy cerca de dejar atrás el colegio y estoy
segura de que esta nueva experiencia nos marcará de
por vida porque nos enseña el valor de lo que realmente
importa y nos ha hecho reflexionar sobre el futuro que
fabricaremos una vez hayamos cruzado ese puente in-
visible que nos conduce más allá, pero no nos permite
retornar.
Conclusiones
Sabemos que la pandemia acarreó una serie de con-
secuencias para toda la población, desde generar una
falta de empleo que afectó a más de la mitad de habi-
tantes, lo que a su vez desencadenó tanto en crisis
económicas como familiares, hasta arrebatarnos a mu-
chos jóvenes la posibilidad de desarrollar nuestras ca-
pacidades, destruyendo familias completas y dejando
en la miseria a más de uno. Pero también nos enseñó a
vivir, plasmando en cada quien una reflexión profunda
que nos motiva a valorar las experiencias que tenemos
a diario con aquellos que amamos.
Referencias
[1] El Mercurio. (2021), La pobreza en Ecuador creció
más de 7 puntos durante el 2020, short-
url.at/oGKNP
[2] OMS. (2020), Coronavirus, shorturl.at/nqOQ4
[3] Unicef. (2020), El choque covid-19 en la pobreza,
desigualdad y clases sociales en el Ecuador, short-
url.at/atBKZ