
En el camino de la investigación 43
Explicación del tema
Vivimos en una realidad que se caracteriza por la
necesidad humana de pertenecer y que nada se salga
de lo establecido. El ser humano repele a lo que es
diferente, teme a lo que no entiende y muchas veces
prefiere vivir en la ignorancia en lugar de comprender
y aceptar que no puede controlar la forma con la cual
cada individuo percibe el mundo. En consecuencia, en
esta realidad, si no se piensa o actúa conforme a la
regla y a lo ya categorizado como «normal», una per-
sona puede ser discriminada, estigmatizada y relegada
de la sociedad.
Alrededor del mundo existe un porcentaje de la
población, entre el 15 y 20 %, que es denominada
neurodivergente, debido a su percepción distinta del
mundo. Un individuo puede ser considerado neurodi-
vergente si su cerebro aprende, funciona o procesa la
información de manera diferente a la mayoría de las
personas. La neurodiversidad abarca una variedad de
condiciones como el autismo, el síndrome de Asperger,
la dislexia, la dispraxia y el trastorno por déficit de
atención e hiperactividad [1]. Son personas con caracte-
rísticas neuronales diferentes al promedio, sin embargo,
estas características distintas no son sinónimo de enfer-
medad, pues diferente a lo que se piensa, no presentan
ninguna discapacidad cognitiva o retraso mental. Sí,
pueden presentar condiciones que sean un obstáculo
para la adaptación social, socialización o algunos as-
pectos del aprendizaje, pero estos retos no afectan o
comprometen su capacidad cognitiva, integridad física
o dignidad humana.
A pesar de esto, siguen siendo constantes recep-
toras de estereotipos, estigmas y discriminaciones que
les obstaculiza un mejor desenvolvimiento en distin-
tas áreas de su vida, como que el conseguir trabajo
represente una odisea, ya que estadísticas demuestran
que el 80 % de las personas con el espectro autista son
desempleadas [2]. Con el fin de luchar contra la discrim-
inación ante las personas con estas particularidades,
se creó el término neurodiversidad o neurodivergen-
cia. Este concepto lo comenzaron a utilizar personas
pertenecientes al espectro autista y que, en resumen,
significa que las diferencias entre los cerebros de las
personas son simplemente diferencias y no trastornos
o desórdenes ni enfermedades.
Existen muchas formas diferentes en las que se ma-
nifiestan las neurodivergencias, desde leves en las que
la mayoría de personas no lo notarían hasta compor-
tamientos más obvios que permitirán diferenciarlos del
resto [3]. El síndrome de Asperger es un gran ejemplo,
ya que es muy complicado detectar a simple vista si
alguien a nuestro alrededor lo tiene.
El síndrome de Asperger (AS) es un trastorno del
neurodesarrollo, el cual está incluido dentro de los
Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) [4]. Se
trata de individuos con cerebros atípicos, sus dife-
rencias resaltando en la comunicación e interacción
social. Aunque suelen compartir características con
las personas con autismo, su lenguaje es fluido y la
capacidad intelectual es igual o superior a la media de
la población [5].
Las personas con síndrome de Asperger, en com-
paración con una neurotípica, tienen problemas para
identificar el lenguaje no verbal, es decir, los gestos,
expresiones faciales y tono de voz. Asimismo, son muy
literales, no entienden el sarcasmo, metáforas o las
bromas.
Por ejemplo; una persona al encontrarse en una
situación embarazosa puede usar expresiones como
«me voy a morir de la pena» para expresar su incon-
formidad, sin embargo, un sujeto con síndrome de
Asperger tomará sus palabras de forma literal y podría
asustarse y creer que de verdad morirá. Este compor-
tamiento es motivo de burla hacia esta minoría por
su incapacidad de entender diferentes expresiones uti-
lizadas frecuentemente, además de sentirse fuera de
lugar por no ser capaces de seguir la conversación.
Perfeccionistas y rutinarios son sus características
más notorias, pues comúnmente se autoimponen ruti-
nas y se sienten ansiosos cuando esta es interrumpida o
alterada por otras personas de manera imprevista. Se
les complica comprender los sentimientos de los demás
o expresar los propios, son muy directos y dicen lo que
piensan en todo momento.
Su expresión verbal es correcta, pero, a veces, em-
plean el lenguaje de manera muy formal, siendo de-
masiado preciso y técnico [4].
Por estas tres razones la sociedad tiene el concepto
erróneo de que son personas con falta de empatía,
crueles y sin emociones.